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| Cristo Resucitado de la Iglesia de San Marcos (Toledo, Archivo Municipal, Colección Luis Alba) |
Resurrexi, et adhuc tecum sum,
alleluia:
posuisti super me manum tuam,
alleluia:
mirabilis facta est scientia tua,
alleluia, alleluia.
Weblog del Círculo Cultural Antonio Molle Lazo https://mollelazo.com
S.M.C. Don Carlos VII, al instituir en 1895 la fiesta de los Mártires de la Tradición recomendó «procurar sufragios a las almas de los que nos han precedido en esta lucha secular, y honrar su memoria de todas las maneras imaginables, para que sirvan de estímulo y ejemplo de los jóvenes y mantengan vivo en ellos el fuego sagrado del amor a Dios, a la Patria y al Rey». Atenta a esas indicaciones, la Comunión Tradicionalista invita a asistir a los actos que, D.m., se celebrarán en Madrid el sábado 9 de marzo, víspera de la mencionada festividad.
Rafael Gambra Ciudad, nacido en 1920 de familia oriunda de Roncal, en Navarra, se alistó en los tercios de requetés durante la Cruzada de 1936. Fue catedrático de instituto y sus escritos le convirtieron en uno de los más destacados pensadores del tradicionalismo español del siglo XX. Filósofo, historiador y tratadista político, publicó algunos títulos inolvidables como El silencio de Dios, Historia sencilla de la filosofía y La unidad religiosa y el derrotismo católico. Su tarea intelectual no le impidió, a lo largo de toda su vida, intervenir activamente en la política de la Comunión Tradicionalista. Fue comendador de la Orden de la Legitimidad Proscrita y, desde 2001, Jefe de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón. Falleció en Madrid el 13 de enero de 2004.Documental sobre Antonio Molle Lazo
Dirigido por Carlos F. Bellmont Pastor, la editorial Arca de la Alianza ha publicado recientemente un documental en DVD sobre Antonio Molle Lazo, el joven requeté torturado en Peñaflor por milicianos marxistas durante la Cruzada del 36. A su patrocinio está encomendado el Círculo de estudios madrileño de su mismo nombre. Su vida sin mancha y su admirable muerte explican que se haya abierto ya hace decenios el proceso de su beatificación. El video recorre los lugares donde vivió y murió, escenifica algunos acontecimientos de su biografía y recoge numerosos testimonios de vecinos, parientes, devotos, biógrafos y hasta de uno de sus amigos.
Según Santo Tomás, la literatura y las artes escénicas debieran provocar la virtud por medio del ejemplo sensible. A tal fin, bueno es seguir las huellas del carlista Molle Lazo, que supo estar con las armas donde debía y, cuando Dios lo quiso, soportó las afrentas del martirio dando vivas a Cristo Rey. Nos permitimos, pues, recomendar este documental, como ya lo hicimos en su día con la biografía de Molle Lazo*, hecha por Fray Santiago Cantera O.S.B., que es, por cierto, una de las personalidades que más y mejor intervienen en él.
*Antonio Molle Lazo (1915–1936). Juventud, ideales y martirio. Ediciones Scire, Barcelona 2009.
Programa sábado 15 de diciembre de 2012:
- 12 a 14 h. Recogida de objetos.
- 16 a 21 h. Rastrillo.
- 19 h. Conferencia.
Fundación Francisco Elías de Tejada
C/. José Abascal (ant. General Sanjurjo), 38 - Bajo izqda.
28003 Madrid
(Metro Alonso Cano, Gregorio Marañón, Iglesia)


Como sabéis, esa festividad fue establecida por S.M.C. Don Carlos VII en 1895 y, desde entonces, ha sido puntualmente celebrada por los carlistas, año tras año. Nada mejor que las palabras del propio Rey, para entender el sentido de esta celebración:
«¡Cuántos centenares de valerosos soldados he visto caer junto a mí, segados por las balas besando mi mano, como si en ella quisieran dejarme, en su último aliento, su último saludo a la Patria! (...)
Todos morían al grito de ¡Viva la Religión!, ¡viva España!, ¡viva el Rey!
Con la misma sagrada invocación en los labios ¡cuántos otros han entregado el alma a Dios, mártires incruentos en los hospitales, en la miseria; matados, aun más que por el hombre, por las humillaciones, y todo por no faltar a la fe jurada, por ser fieles al honor, por no doblar la rodilla ante la usurpación triunfante!
Nosotros, continuadores de su obra y herederos de las aspiraciones de todos ellos, tenemos el deber ineludible de honrar su memoria.
Con ese objeto propóngome que se instituya una fiesta nacional en honor de los mártires que, desde principio del s. XIX, han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de batalla, en el destierro, en los calabozos y en los hospitales, y designo para celebrarla el día 10 de marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de la muerte de mi abuelo Carlos V. (...)
En ella debemos procurar sufragios a las almas de los que nos han precedido en esta lucha secular, y honrar su memoria de todas las maneras imaginables».
Esto decía Carlos VII al instituir la fiesta hace 115 años. Con cuánta mayor razón lo diría hoy, tras el inmenso sacrificio que hicieron los requetés durante la Cruzada del 36. Sacrificio que condujo a la victoria y salvó a España del peligro marxista, pero se renovó de manera cruenta con los carlistas muertos a manos del terrorismo.
En esta sociedad desértica de toda virtud, sentimos los carlistas la zozobra de una soledad sin oasis; nuestro espíritu decae y se tambalea en su aislamiento. Nada tan reconfortante como unirnos en la oración por aquellas masas de requetés y correligionarios que nos han precedido. Así recordaremos que, a pesar del transitorio abandono de quienes nos rodean en el espacio, estamos, a través del tiempo, enlazados con innumerables hombres de ejemplar virtud, cuyo esfuerzo nos ha transmitido la antorcha inmortal del carlismo. Nada más piadoso que rezar por el eterno descanso de sus almas y pedir la intercesión de todos los que estarán en la presencia del Padre, como, de seguro, lo está Antonio Molle Lazo.
Venid, pues, numerosos a orar por nuestros muertos. Porque vosotros, fieles a la fe jurada y dolientes por las humillaciones, serviréis de enlace con futuras generaciones de carlistas que, a su vez, os procurarán sufragios para vuestro eterno descanso.




El sistema democrático, tal como generalmente hoy se entiende, se presenta a sí mismo como el único modo de evitar males innumerables en una sociedad ideológicamente dividida. Se pretende que dentro de él cabe dar apoyo a cualquier doctrina política, evitando la confrontación y la violencia. La experiencia demuestra que tal sistema conduce inexorablemente a la degeneración de las costumbres, al deterioro de la convivencia y al desorden en todos los aspectos de la vida social. Lo cual hoy no es sólo evidente para cualquier español, incluso descreído, que observe la realidad que le rodea, sino que era algo previsible a priori. Porque la partitocracia se funda esencialmente en la búsqueda de voto, para lo cual no hay más eficaz procedimiento que el halago de las pasiones individuales.