El sábado 19 de mayo de 2012, según lo que anunciábamos días atrás, Raúl Leguizamón, director del Instituto Creacionista de la Universidad Autónoma de Guadalajara (Méjico), pronunció una conferencia titulada «Y el mono se hizo hombre... Crítica del evolucionismo católico» para nuestro Círculo Cultural Molle Lazo de Madrid. El acto resultó un auténtico éxito no sólo por la afluencia de público que, en buena parte, hubo de permanecer en pie por falta de butacas, sino principalmente por el interés que la ponencia despertó en todo el auditorio. Tras la presentación del conferenciante, que corrió a cargo del Dr. Miguel Ayuso, el Dr. Leguizamón expuso magistralmente las incontables dificultades teóricas que conlleva la pretensión, tan en boga entre los ambientes eclesiásticos modernistas, de hacer compatible el evolucionismo con el magisterio católico. Firmemente sustentadas en la interpretación tradicional, o verdadera, de los textos bíblicos y las declaraciones mismas de los evolucionistas, sus palabras mostraron cómo la teoría evolucionista es esencialmente materialista y cómo sus propios defensores la consideraron siempre incompatible con el cristianismo. Sólo un deseo de adaptar, a cualquier precio, las enseñanzas de la Iglesia al mundo moderno puede mantener la artificiosa unión de esa teoría y la concepción cristiana de la naturaleza humana y de su creación. La fina ironía de Leguizamón hizo las delicias del público, por ejemplo cuando vino a decir que la sentencia bíblica sobre el hombre caído que reza «quia pulvis es et in pulverem reverteris» (Gen. 3, 19) debería según el evolucionismo católico reinterpretarse como si dijera «quia simius es et in simium reverteris», lo cual ―señaló― plantearía no sólo problemas filosóficos y teológicos sino también funerarios.
El coloquio que siguió a la charla tuvo tantas intervenciones por parte del público que el moderador se vio en la obligación de atajar la afluencia de preguntas para no agotar al orador.
El coloquio que siguió a la charla tuvo tantas intervenciones por parte del público que el moderador se vio en la obligación de atajar la afluencia de preguntas para no agotar al orador.