Estimados amigos:
Con gran pesadumbre, tenemos que comunicaros que
NO SE VA A CELEBRAR LA MISA DE LOS MÁRTIRES DE LA TRADICIÓN,
convocada por la
Comunión Tradicionalista y el
Círculo Cultural Antonio Molle Lazo para el día 10 de marzo en la Iglesia de San Manuel y San Benito, en la madrileña calle de Alcalá.
Hace unas tres semanas, el Rvdo. P. José Ignacio Alonso Martínez, párroco de esa Iglesia, regentada por los PP. Agustinos, se comprometió en persona a ceder la iglesia para que se celebrara según el rito tradicional la
Santa Misa por los Mártires de la Tradición; cosa que quedó anotada en el libro parroquial y os fue anunciada, como bien recordaréis. El miércoles 2 de marzo, el Presidente del Círculo Molle se puso en contacto con el P. José Ignacio Alonso, con el fin de ultimar detalles antes de la celebración. En ese momento, entráronle al Párroco dudas y temores sobre la conveniencia del rito, diole vueltas, adujo razones, dilató la decisión, y finalmente halló en las oficinas del Arzobispado de Madrid una excusa para faltar a su palabra, como evidentemente deseaba: parece que un asesor del Arzobispado, le comunicó que en Madrid el rito tradicional de la misa sólo puede celebrarse en el Tercer Monasterio de la Visitación. Y eso que el
motu proprio «Summorum Pontificum», por el cual se reconoce la vigencia y validez del rito tradicional latino, sólo hace depender del párroco la decisión de celebrarlo, y no deja resquicio a su limitación por parte de los obispos. La Archidiócesis de Madrid sólo acepta del Vaticano lo que encaja con el espíritu modernista de la Conferencia Episcopal Española, y los párrocos obedecen a Mons. Rouco, no a Roma.
Para intentar paliar el desaguisado, el Presidente del Círculo Molle Lazo se puso en contacto con el Arzobispado, donde no consiguió sino padecer ese toreo dulce, suave, educado y eficaz, que tan sabiamente practican los funcionarios eclesiásticos. Nada importó al Párroco que la Comunión y el Círculo Molle hubieran mandado cientos de cartas y enviado miles de correos electrónicos; que se hubiera anunciado la Misa en Internet y en otros medios de comunicación; ni que, a pocos días vista, esta situación produjera graves inconvenientes. El agustino se mantuvo firme en la negativa a que se celebrara la Misa en el rito tradicional. Pidió perdón por el «error», verdad es. Pero no se consideró obligado ni por la palabra empeñada ni por las normas emanadas de Roma.
Sea vuestra palabra sí sí, no no. Es deber, común a todo hombre y no sólo a todo cristiano, cumplir los compromisos libremente acordados con cualquier persona… Pero, para estos eclesiásticos, ¿cabe siquiera pensar que un tradicionalista sea una persona?
Os pedimos excusas, no desde luego por nuestro tradicionalismo, ni por nuestro apego a la Misa de San Pío V, sino por el resquicio de ingenuidad que todavía pervive en nosotros y nos ha llevado a causaros estas molestias.