Como estaba anunciado, el sábado 31 de octubre se celebró en Madrid la Cena de Cristo Rey 2015, este año retrasada una semana (suele tener lugar el sábado anterior a la fiesta de Cristo Rey, último domingo de octubre) por necesidades organizativas.
Intercalamos en esta crónica varias instantáneas de la cena, que pueden ampliarse pulsando sobre las mismas. Tradicional de los carlistas madrileños, desde hace ya varios años se encarga de su organización el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo. En primer lugar toca agradecer a su secretaria, Carmen Palomares, y a su presidente, Eugenio Barrera, el esfuerzo realizado.
No hubo sitio para todos los que quisieron asistir, y algunos tuvieron que conformarse con oír a los postres los discursos pronunciados por Antonio Capellán, Ana Calzada y Miguel Ayuso.
A partir de la frase aristotélica que ensalza el honor sin contradicción como el más grande de los bienes exteriores, Antonio Capellán, Jefe Regional de la Comunión Tradicionalista del Principado de Asturias, destacó cómo Santo Tomás exige que los individuos y las sociedades rindan a Dios el honor que sólo a Él se debe. Del reconocimiento público y privado de la potestad regia de Cristo se seguirá, según Pío XI, la tranquilidad y el orden de la sociedad. Pero, como lo que hoy se ve es todo lo contrario, sólo cabe esperar la conmoción violenta de toda la comunidad humana. En este contexto, lamentó el cambio de nombre de la madrileña plaza de Vázquez de Mella por el de un sujeto cuyo supuesto mérito consistió en promover y exhibir la degeneración.
No despreciemos los actos cotidianos de virtud —prosiguió— que son semilla de nimio aspecto, pero grandes a los ojos de Dios. Luchemos la batalla diaria para la restauración del reinado social de Nuestro Señor, pues, veamos o no el éxito prometido por Él para su causa, podremos antes de morir decir con honor: «¡Viva Cristo Rey!».
Ana Calzada, de la AET de Salamanca, destacó la alianza de Barack Hussein Obama y sus lacayos europeos, empeñados en borrar de la faz de la tierra el nombre de Cristo. Su designio es establecer un Nuevo Orden Mundial fundado en intereses económicos que, paradójicamente, es en verdad un gran desorden. De ahí su empeño en impedir cualquier apoyo al cristianismo, como el que ha brindado Vladimir Putin a los cristianos sirios. Del orden cristiano —añadió— depende la unidad de nuestra Patria, la cual desaparecerá en cuanto ese orden se extinga, como predijo Menéndez Pelayo. Pero esa unidad también se debe a la Monarquía legítima, de lo cual no se hizo eco el polígrafo santanderino. El discurso de Ana Calzada acabó alentando a la defensa de la Cristiandad y dando un sonoro grito de ¡viva Cristo Rey! que fue coreado por todos los asistentes.
Miguel Ayuso, presidente del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, tras exponer las proféticas doctrinas que enlazan el Syllabus con la Quas Primas, analizó, no la doctrina, sino la psicología y la sociología que condujeron al desfallecimiento de los eclesiásticos en el C. Vaticano II y al consiguiente intento de ofrecer soluciones nuevas, acordes al mundo nuevo, «para el bien de las almas». Ese propósito —dijo— llegó tarde, pues el mundo moderno ya había dejado de serlo por influjo del existencialismo, de las nuevas tendencias que salieron a la luz en el mayo de 1968, y del cambio sociológico que supuso la invasión silenciosa de los mahometanos. Hay carlistas que han tratado de acomodarse a las tendencias del Vaticano II, aduciendo el «no daré un paso más adelante» del Manifiesto de Morentín. Esa frase famosa fue dicha en un contexto de prudencia política que no recoge la mente de Carlos VII ni tampoco de los carlistas, que estamos dispuestos no a dar un paso, sino muchos, por delante de las autoridades eclesiásticas; y a morir en el empeño. Recibamos en nuestras sucias almas la luz del Paraíso, luchando esta batalla que parece perdida, para luego ganarla, como decía Chesterton.
Al término de los discursos, los presentes entonaron al unísono el Oriamendi y dieron los vivas de rigor a Cristo Rey, a España y al Rey legítimo.
Además de los ya mencionados en esta crónica, vimos en el restaurante a muchos amigos y correligionarios. Estaba el Jefe Delegado de la Comunión Tradicionalista, José Miguel Gambra, su esposa Mercedes Mariné, y varios de sus hijos e hijos políticos. El Rvdo. Sr. D. José Ramón García Gallardo. El Delegado Nacional de Juventudes Tradicionalistas, Manuel Molinero. Francisco Requena, Luis García Segura, Andrés Gambra y Juan Manuel Rozas con sus respectivas esposas. Arturo, María Dolores y Paola Mazarambroz. Marta Gambra y su novio. El matrimonio María Jesús Fonticiella y Juan Cámara. Juanita Gutiérrez y su hija. Luis María Lainz, José Joaquín Jerez, Rafael Botella, Eugenio Dobrynine, Carlos Ayuso, Leovigildo Pérez, Mónica y Álvaro Caruncho, Víctor Iribarren, Pablo Martín-Oar, Enrique Cuñado, Antonio Porro, Manuela Tebas, Daniela Rubio, Luis Sáinz, Juan Carlos Soler, Francisco Flórez, Carlos Sáinz, Álvaro de Silva, Arturo Navarro, David González Gutiérrez y otros que contribuyeron con su presencia al éxito de esta fiesta de la política católica.