El pasado 24 de octubre, es decir, la víspera del último domingo de octubre, al final del año litúrgico, tal como estableció S.S. Pío XI, y no una vez terminado, el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo celebró la festividad de Cristo Rey. Las dificultades, casi insuperables, que las autoridades eclesiásticas de Madrid han puesto constantemente a la celebración de la Misa de San Pío V, incluso después del motu proprio «Summorum Pontificum», obligaron a restringir la celebración a la ya tradicional cena, que tuvo lugar en un céntrico restaurante madrileño y a la cual acudió más de medio centenar de personas. Entre ellas, además de los miembros de la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón y de la junta directiva del Círculo Molle (a excepción de los que se encontraban de viaje), vimos al capellán castrense D. Eduardo Montes, y al P. Carlos Mestre, quien bendijo la mesa; a Javier Vildósola, Octavio Sánchez Galán, Carlos Rodríguez Camacho, Carlos Ayuso, José Joaquín Jerez, Estanislao García Martín-Vicente, Juan Manuel Rozas, Soledad Pérez de Sevilla, Eduardo Fernández Pintado, Antonio Capellán, Miguel Gambra, Ignacio y Francisco de Asís de Hoces, Nicolás Martín Bayliss, Enrique Moreno y su esposa, Pablo Martín-Oar, etcétera. Llegaron también adhesiones de las Islas Canarias, de León, de Perú, de Polonia...
La presentación de los oradores que hablaron a los postres de la cena corrió a cargo del Excmo. Sr. D. José Miguel Gambra, que empezó por destacar el carácter excepcional de este modo de celebrar la festividad de la Realeza de Cristo, pues, en el régimen que debería ser normal en la sociedad habría tenido que ser festejada por el Rey legítimo, acompañado del Primado de España. Luego resaltó la continuidad que esta cena tiene desde hace bastantes décadas y encareció el valor que tiene la capacidad de resistencia que así se manifiesta. Presentó luego al primero de los oradores, D. Javier Martínez-Aedo, joven abogado e historiador madrileño que, con brillantez dirigió su arenga al nutrido grupo de jóvenes de las Juventudes Tradicionalistas allí presente, encabezado por el jovencísimo D. Telmo Zorrilla, que en momento alguno dejó de manifestar un entusiasmo constante y exaltado.
El Sr. Martínez-Aedo contrapuso acertadamente la idea que comúnmente se tiene de los carlistas, como gente de talante romántico, apegada a cosas de antaño. El Carlismo es mucho más que eso dijo, «el tradicionalismo es sacar lo mejor del pasado, saber por qué se hizo y continuarlo en el presente», es seguir el camino recto, el camino trazado por Nuestro Señor Jesucristo, que nada tiene que ver ni con el mal menor, que como tal es mal, ni tampoco con seguir lo socialmente correcto. La acción que debemos realizar no tiene que reducirse a un activismo sin preparación, lo cual no quita que, a la espera de tiempos más propicios, se deban realizar acciones como la de reavivar los cuerpos intermedios y colegios profesionales. Pero «para eso hay que tener las alforjas llenas», hay que llevar a cabo una labor intelectual de formación, como la que se sigue en nuestros círculos y participar en ella, porque sin ella la acción se torna vacía y no vale para nada. Y con esta recomendación finalizó su muy aplaudido discurso.
Tomó luego la palabra el Prof. D. Julio Alvear, de la Universidad chilena del Desarrollo, autor de importantes estudios en revistas, tanto españolas como extranjeras, y especialista reconocido sobre la doctrina pontificia de los últimos años. Señaló con acierto cómo el reinado social de Nuestro Señor, no sólo es por derecho, sino que es de hecho, desde que la Cristiandad puso todas las cosas bajo su Soberanía; el reinado de Jesucristo sobre la sociedad no es sólo una verdad teológica, sino histórica. Y ese reinado, aun cuando el Soberano haya podido sufrir revoluciones y se le haya expulsado de su propio territorio, seguirá vigente mientras haya unos pocos, como los presentes, que sigan siéndole fieles. Ese reinado se restablecerá, y triunfará, por la obra de unos pocos, como ha ocurrido tantas veces en la historia. Y se restablecerá a pesar de los obstáculos principales que se le oponen hoy en día: el liberalismo, la democracia cristiana y el cripto-jansenismo, que Alvear contrapuso a la esperanza en el triunfo del Inmaculado Corazón de María. De todos modos, vino a concluir, «los estandartes del Rey avanzan», y Cristo triunfará porque es Dios, pero para la victoria hacen falta los pocos panes y peces que podemos ofrecer los pocos, porque de los pocos se hacen los muchos.
En fin, habló el Excmo. Sr. D. Manuel de Santa Cruz, caballero de la Legitimidad Proscrita, el más autorizado de nuestros intelectuales y, también, el mejor de nuestros requetés, cuya actividad incansable, ni las enfermedades ni la edad han podido detener. Recordó en su discurso el grito de «todavía vive el Carlismo» que daban los traicionados carlistas, tras la Primera Guerra, y enlazó esa idea con la función que todavía mantiene hoy el Carlismo: constituir un pie de paz. Un pie de paz dispuesto a calzarse las botas y a ponerse en cualquier momento en pie de guerra. Gracias a ello, el Carlismo tiene una importantísimo papel disuasorio, que detiene los avances de la Revolución. Para mantenerlo es necesario --dijo Santa Cruz-- tener mentalidad de protagonista y no de espectador. El cristianismo y el carlismo siempre han tenido esa actitud, frente a la de los «memos» de la democracia cristiana y del liberalismo católico que, hechizados por el enemigo, sólo siguen consignas pequeñas que les mantienen entretenidos. Se enzarzan con batallitas contra el aborto, o similares, pero rechazan el intento de ganar la guerra, restableciendo el reinado social de Nuestro Señor. Con estas frases enardecedoras y tras unas sabrosas observaciones prácticas, terminó su discurso ensalzando la perseverancia hasta el fin, y poniendo como ejemplo de constancia y lealtad al recientemente fallecido D. Eloy Landaluce que, después de luchar durante sesenta años, pudo ser amortajado «con la boina roja y una borla dorada de lado».
Al terminar el acto, se entonó el Oriamendi y se dieron los vivas de rigor, a Cristo Rey, a España y al Rey legítimo.
Las grabaciones en audio de las intervenciones en la cena de Cristo Rey 2009 están disponibles en la web de Audio Cristiandad: José Miguel Gambra Gutiérrez, Javier Martínez-Aedo Avecilla, Julio Alvear Téllez y Manuel de Santa Cruz.
La presentación de los oradores que hablaron a los postres de la cena corrió a cargo del Excmo. Sr. D. José Miguel Gambra, que empezó por destacar el carácter excepcional de este modo de celebrar la festividad de la Realeza de Cristo, pues, en el régimen que debería ser normal en la sociedad habría tenido que ser festejada por el Rey legítimo, acompañado del Primado de España. Luego resaltó la continuidad que esta cena tiene desde hace bastantes décadas y encareció el valor que tiene la capacidad de resistencia que así se manifiesta. Presentó luego al primero de los oradores, D. Javier Martínez-Aedo, joven abogado e historiador madrileño que, con brillantez dirigió su arenga al nutrido grupo de jóvenes de las Juventudes Tradicionalistas allí presente, encabezado por el jovencísimo D. Telmo Zorrilla, que en momento alguno dejó de manifestar un entusiasmo constante y exaltado.
El Sr. Martínez-Aedo contrapuso acertadamente la idea que comúnmente se tiene de los carlistas, como gente de talante romántico, apegada a cosas de antaño. El Carlismo es mucho más que eso dijo, «el tradicionalismo es sacar lo mejor del pasado, saber por qué se hizo y continuarlo en el presente», es seguir el camino recto, el camino trazado por Nuestro Señor Jesucristo, que nada tiene que ver ni con el mal menor, que como tal es mal, ni tampoco con seguir lo socialmente correcto. La acción que debemos realizar no tiene que reducirse a un activismo sin preparación, lo cual no quita que, a la espera de tiempos más propicios, se deban realizar acciones como la de reavivar los cuerpos intermedios y colegios profesionales. Pero «para eso hay que tener las alforjas llenas», hay que llevar a cabo una labor intelectual de formación, como la que se sigue en nuestros círculos y participar en ella, porque sin ella la acción se torna vacía y no vale para nada. Y con esta recomendación finalizó su muy aplaudido discurso.
Tomó luego la palabra el Prof. D. Julio Alvear, de la Universidad chilena del Desarrollo, autor de importantes estudios en revistas, tanto españolas como extranjeras, y especialista reconocido sobre la doctrina pontificia de los últimos años. Señaló con acierto cómo el reinado social de Nuestro Señor, no sólo es por derecho, sino que es de hecho, desde que la Cristiandad puso todas las cosas bajo su Soberanía; el reinado de Jesucristo sobre la sociedad no es sólo una verdad teológica, sino histórica. Y ese reinado, aun cuando el Soberano haya podido sufrir revoluciones y se le haya expulsado de su propio territorio, seguirá vigente mientras haya unos pocos, como los presentes, que sigan siéndole fieles. Ese reinado se restablecerá, y triunfará, por la obra de unos pocos, como ha ocurrido tantas veces en la historia. Y se restablecerá a pesar de los obstáculos principales que se le oponen hoy en día: el liberalismo, la democracia cristiana y el cripto-jansenismo, que Alvear contrapuso a la esperanza en el triunfo del Inmaculado Corazón de María. De todos modos, vino a concluir, «los estandartes del Rey avanzan», y Cristo triunfará porque es Dios, pero para la victoria hacen falta los pocos panes y peces que podemos ofrecer los pocos, porque de los pocos se hacen los muchos.
En fin, habló el Excmo. Sr. D. Manuel de Santa Cruz, caballero de la Legitimidad Proscrita, el más autorizado de nuestros intelectuales y, también, el mejor de nuestros requetés, cuya actividad incansable, ni las enfermedades ni la edad han podido detener. Recordó en su discurso el grito de «todavía vive el Carlismo» que daban los traicionados carlistas, tras la Primera Guerra, y enlazó esa idea con la función que todavía mantiene hoy el Carlismo: constituir un pie de paz. Un pie de paz dispuesto a calzarse las botas y a ponerse en cualquier momento en pie de guerra. Gracias a ello, el Carlismo tiene una importantísimo papel disuasorio, que detiene los avances de la Revolución. Para mantenerlo es necesario --dijo Santa Cruz-- tener mentalidad de protagonista y no de espectador. El cristianismo y el carlismo siempre han tenido esa actitud, frente a la de los «memos» de la democracia cristiana y del liberalismo católico que, hechizados por el enemigo, sólo siguen consignas pequeñas que les mantienen entretenidos. Se enzarzan con batallitas contra el aborto, o similares, pero rechazan el intento de ganar la guerra, restableciendo el reinado social de Nuestro Señor. Con estas frases enardecedoras y tras unas sabrosas observaciones prácticas, terminó su discurso ensalzando la perseverancia hasta el fin, y poniendo como ejemplo de constancia y lealtad al recientemente fallecido D. Eloy Landaluce que, después de luchar durante sesenta años, pudo ser amortajado «con la boina roja y una borla dorada de lado».
Al terminar el acto, se entonó el Oriamendi y se dieron los vivas de rigor, a Cristo Rey, a España y al Rey legítimo.
Las grabaciones en audio de las intervenciones en la cena de Cristo Rey 2009 están disponibles en la web de Audio Cristiandad: José Miguel Gambra Gutiérrez, Javier Martínez-Aedo Avecilla, Julio Alvear Téllez y Manuel de Santa Cruz.