08 marzo 2012

Ayuda al Círculo San Miguel de Liria



El Círculo San Miguel de Liria, bastión del Carlismo en el Reino de Valencia y uno de los círculos tradicionalistas más simpáticos y queridos, se encuentra en apuros. La «Consellería de Sanidad» autonómica efectuó una inspección de la cocina de la cafetería del círculo ―una de esas inspecciones que cerrarían la práctica totalidad de los restaurantes chinos y de los «kebabs», pero que por alguna misteriosa razón no lo hacen― y exigió tales y tan urgentes cambios en la misma que la junta del Círculo San Miguel se ha visto obligada, bajo la amenaza de clausura, a solicitar un préstamo de 36.000 € para poder acometerlos. Ya se han llevado a cabo, pero ahora queda pagar el préstamo.

Conocedora de tan angustiosa situación, la Secretaría Política de S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón les ha hecho llegar un donativo de quinientos euros, y ha encomendado al Círculo Molle Lazo la tarea de reunir una contribución mayor.

Hacemos un llamamiento a nuestros socios, correligionarios y amigos, para que contribuyan en la medida de sus posibilidades. Son tiempos difíciles para todos, pero no debe permitirse el cierre de una institución tan benemérita como el Círculo San Miguel.

Pueden ingresarse los donativos en la cuenta del Círculo Cultural Antonio Molle Lazo, Caja Madrid 2038 1153 21 6001032574, especificando en el concepto «Para el Círculo San Miguel».

03 marzo 2012

Madrid, 10 de marzo. Mártires de la Tradición



Sábado 10 de marzo de 2012
20:00

Santa Misa por los
Mártires de la Tradición


Capilla Santiago Apóstol
C/. Catalina Suárez, 16
(junto al nº 85 de la Avda. Ciudad de Barcelona)
Metro Pacífico, salida Dr. Esquerdo, impares.
Bus 8, 10, 24, 37, 54, 56, 57, 136, 140 y 141.
Madrid

Como sabéis, esa festividad fue establecida por S.M.C. Don Carlos VII en 1895 y, desde entonces, ha sido puntualmente celebrada por los carlistas, año tras año. Nada mejor que las palabras del propio Rey, para entender el sentido de esta celebración:

«¡Cuántos centenares de valerosos soldados he visto caer junto a mí, segados por las balas besando mi mano, como si en ella quisieran dejarme, en su último aliento, su último saludo a la Patria! (...)

Todos morían al grito de ¡Viva la Religión!, ¡viva España!, ¡viva el Rey!

Con la misma sagrada invocación en los labios ¡cuántos otros han entregado el alma a Dios, mártires incruentos en los hospitales, en la miseria; matados, aun más que por el hombre, por las humillaciones, y todo por no faltar a la fe jurada, por ser fieles al honor, por no doblar la rodilla ante la usurpación triunfante!

Nosotros, continuadores de su obra y herederos de las aspiraciones de todos ellos, tenemos el deber ineludible de honrar su memoria.

Con ese objeto propóngome que se instituya una fiesta nacional en honor de los mártires que, desde principio del s. XIX, han perecido a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey, en los campos de batalla, en el destierro, en los calabozos y en los hospitales, y designo para celebrarla el día 10 de marzo de cada año, día en que se conmemora el aniversario de la muerte de mi abuelo Carlos V. (...)

En ella debemos procurar sufragios a las almas de los que nos han precedido en esta lucha secular, y honrar su memoria de todas las maneras imaginables».

Esto decía Carlos VII al instituir la fiesta hace 115 años. Con cuánta mayor razón lo diría hoy, tras el inmenso sacrificio que hicieron los requetés durante la Cruzada del 36. Sacrificio que condujo a la victoria y salvó a España del peligro marxista, pero se renovó de manera cruenta con los carlistas muertos a manos del terrorismo.

En esta sociedad desértica de toda virtud, sentimos los carlistas la zozobra de una soledad sin oasis; nuestro espíritu decae y se tambalea en su aislamiento. Nada tan reconfortante como unirnos en la oración por aquellas masas de requetés y correligionarios que nos han precedido. Así recordaremos que, a pesar del transitorio abandono de quienes nos rodean en el espacio, estamos, a través del tiempo, enlazados con innumerables hombres de ejemplar virtud, cuyo esfuerzo nos ha transmitido la antorcha inmortal del carlismo. Nada más piadoso que rezar por el eterno descanso de sus almas y pedir la intercesión de todos los que estarán en la presencia del Padre, como, de seguro, lo está Antonio Molle Lazo.

Venid, pues, numerosos a orar por nuestros muertos. Porque vosotros, fieles a la fe jurada y dolientes por las humillaciones, serviréis de enlace con futuras generaciones de carlistas que, a su vez, os procurarán sufragios para vuestro eterno descanso.
(De la Circular de la Comunión Tradicionalista,
Madrid, 21 de febrero de 2011)